20080822

LA GUERA

Ella tenía el cabello dorado con la caída perfecta, siempre luciendo un peinado casual que daba la impresión de que no requería ninguna cepillada como para verse bien

Ella tenía unos ojos claro como el agua y brillantes como las chispas. Ella se tragaba mil lágrimas al día y las contenía con sus pestañas largas y onduladas.

Ella tenía una risa contagiosa y delicada. Oportuna y sincera.

Ella fumaba cigarro o puro y le gustaba tener a mano un martini seco, un caballito de tequila o un whisky.

Ella vivió intensamente y sin miedo. Vivió queriendo y siendo querida y defendió sus amores sin tener nunca que alzar la voz.

Siempre festejó sus cumpleaños con eventos impresionantes a donde uno se sentía halagado de ser invitado. Podían no ser multitudinarios, ni ostentosos, pero siempre contaban con el ingrediente de sorpresa, de chispa, de energía que la caracterizaba y no había forma de no sentirse homenajeando la vida en persona.

Ella amaba vivir y nunca tuvo miedo a envejecer.

Ella viajo como pocas personas. Visitó cualquier lugar que desearan ver sus ojos y aprendió entre tanto privilegio a disfrutar las cosas sencillas. Podía lucir igualmente hermosa en un vestido de noche, en un traje sastre o con sus jeans y ropa de manta, disfrutando la fresca brisa de Malinalco.

Ella era una persona culta de una plática interminable.
Sus relatos de su infancia me entretenían y alarmaban, al darme cuenta, como una pequeña personita pudo volcar la vida de más de 10.

Ella hizo siempre su voluntad y tomó la vida en sus manos.
Ella luchó cuando tuvo que hacerlo y cuando se rindió lo aceptó en una pieza.
- “Ya no quiero” - fue su forma de expresar que sabía la batalla perdida.

Y aún así nos hizo creer que la convencíamos, que lucharía, que se aferraría a la vida con su peculiar entusiasmo. Nosotros fuimos unos tontos al no ver que la magia que ella proyectaba, era precisamente su liviandad y su poca pertenencia a la Tierra.

Ella tuvo acuerdos con lo Divino que ni los médicos podrían explicar.
Ella nos lo avisó con tiempo y seguramente se sorprendió en silencio al ver que no le creímos. Se despidió de quienes sentía más pegaditos al corazón y aún pasó por la casa a tomarse un último trago.

Entre risas y carcajadas nos relató su fiesta de XV años con un grupo de rock en la sala de la Abuelita y la forma como evitó cualquier castigo. Nunca repitió una misma anécdota y siempre llenaba cualquier espacio con su presencia.

Se despidió con un fuerte abrazo de cada uno, pero con un cuerpo ya muy flaco y cansado…
Vió a los ojos a mi madre y sin titubear le dijo: “He sido feliz”.

Y a pocas personas les suena tan sincera esa frase en el rostro. No había otra forma de que ella pasara por esta vida, si no era siendo feliz.

Y tal como lo anticipó, se fue…


Hoy hubieras celebrado 60 años.
Hoy tu ausencia se me coló brevemente en el pensamiento.
Hoy te dedico una sonrisa y haré de este día un homenaje a la vida… A la que con tanta fuerza nos enseñaste a amar.

Ella era LA GÜERA.




*Evidentemente la foto la baje de fotosearch y no es La Güera, pero así es como me gusta recordarla.

3 comments:

Georgells said...

Me sorprendió mucho descubrir a "La Güera en tu relato". Más aún después de haberla conocido y convivido. Pero es verdad que tú has sabido detectar aristas en la personalidad de la gente desde muy chica y el que nos las compartas nos abre los ojos hacia la riqueza que ellas mismas encarnan.

Gracias por recordarme a la Güera. Gracias por haber hecho tuya su intensidad.

Saludos!

Centrífugo said...

Entrañable descripción. Esperamos que nuevas letras fluyan por aquí ¿eh?

Abrazos Centrífugos!

Loris Lane said...

Jorge, te confieso que a mi también me sorprende.. jeje... Creo que cuando le damos un poco de distancia a las cosas en las que estamos metidos, regresan con nueva perspectiva y así me ha pasado ahora que pienso en ella...

Centri, claro que hablrá más letras... paciencia, que ya vienen.. jeje